Thursday, February 18, 2016

 

Alejandro Dolina hoy:


"Además de su trabajo en radio, Dolina es autor de Crónicas del Angel Gris, El libro del fantasma, Bar del Infierno y la novela Cartas marcadas
Sin embargo, se define a sí mismo como “mejor lector que escritor”, aunque “también es cierto que hay una razonabilidad que hace que uno alcance a conformarse después de unos intentos”. 
“Son raros esos tipos que dicen que nunca están conformes con lo que escribieron... Yo sí estoy conforme; si no, no lo hubiera publicado. Y porque sé que ése es el ápice de mi posibilidad. Nadie puede aspirar a escribir mejor de lo que escribe porque uno escribe como quiere. ¿Qué es esto? No es la escritura algo tan misterioso que exprese a personas que no somos. 
Lo que quiero decir es que es muy difícil escribir algo mejor que uno mismo. Soy bueno para ver los errores y malo para remediarlos, de manera que tardo muchísimo. Y una vez que terminé algo, por humilde que sea, pensando todo lo que me costó y viendo que quedó más o menos bien, estoy contento. ¡Claro que podría haber sido mejor, si yo fuera una persona mejor! Pero no, es eso y me gustó haberlo escrito, pero sufría mientras lo escribía...”, cuenta.
–Ahora está escribiendo un nuevo libro. ¿Le pasa lo mismo?
–Cómo estoy sufriendo ahora... Estoy escribiendo un libro para Planeta y no lo tengo dominado. Medio se me va escapando de las manos, tengo que hacer reformas en la arquitectura para que no se me caiga al piso. Estoy en ese proceso en que los libros no están bien armados y no van creciendo solos, armónicamente, sino que cada tanto hay que tirar abajo alguna pared. Eso es difícil.
–¿Pero tiene que hacer reformas sobre los cimientos o con tirar una pared abajo alcanza?
–No lo sé, eso es lo malo del momento que estoy viviendo en la escritura. Lo escribo bajo sospecha y estos ladrillos que estoy poniendo me parece que mañana los voy a tener que sacar (risas). Se escribe un poco así, ¿no? Uno no tiene todo tan calculado. Muchos capítulos se escriben a ciegas y después conducen a lugares que no son viables.
–¿Alguna vez tuvo que descartar todo un trabajo por encontrarse con esos caminos bloqueados?

–Claro que sí. Tiré a la basura prácticamente una obra de teatro que estaba escribiendo con uno de mis hijos. Y llegamos a un momento, muy adelantada la obra, que nos miramos y me dijo: “¿Qué puede pasar ahora?”, y descubrimos que cualquier cosa que pasara no tenía ninguna fuerza. Cuando hay una buena construcción actancial, vos sabés qué tira, qué tiene fuerza. Romeo y Julieta: serie de ofensas de tono creciente entre dos familias que se odian, y el amor secreto entre integrantes de una y otra. ¡Eso tira! Te preguntás qué pasará, se mueren los dos, la obra cierra maravillosamente. Ahora, por ahí estás en un lugar y por ejemplo un tipo pierde la memoria, y la recupera. ¿Y? ¿Qué puede haber en esa revelación? ¡Nada! Al lector le da lo mismo. “A mí qué me importa”, dice el lector, y eso hay que preguntárselo siempre: ¿qué va a decir el lector cuando le presente este enigma?"


Extracto nota de Sebastián Ackerman

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