Wednesday, December 02, 2015

 

Ricaredo & Isabela, de Cervantes.


"...besó las manos Ricaredo a la reina, estimando en mucho la merced que le hacía, y luego se fue a hincar de rodillas ante Isabela, y queriéndola hablar no pudo, porque se le puso un nudo en la garganta que le ató la lengua, y las lágrimas acudieron a los ojos, y él acudió a disimularlas lo más que le fue posible; pero, con todo esto, no se pudieron encubrir a los ojos de la reina, pues dijo:
-No os afrentéis, Ricaredo, de llorar, ni os tengáis en menos por haber dado en este trance tan tiernas muestras de vuestro corazón, que una cosa es pelear con los enemigos, y otra despedirse de quien bien se quiere.
Abrazad, Isabela, a Ricardo, y dadle vuestra bendición, que bien lo merece su sentimiento.
Isabela, que estaba suspensa y atónita de ver la humildad y dolor de Ricaredo, que como a su esposo le amaba, no entendió lo que la reina le mandaba, antes comenzó a derramar lágrimas tan sin pensar lo que hacía, y tan sesga, y tan sin movimiento alguno, que no parecía sino que lloraba una estatua de alabastro.
Estos afectos de los dos amantes, tan tiernos y tan enamorados, hicieron verter lágrimas a muchos de los circunstantes, y , sin hablar más palabras Ricaredo, y sin le haber hablado alguna a Isabela, haciendo Clotaldo y los que con él venían reverencia a la reina, se salieron de la sala, llenos de compasión, de despecho y de lágrimas."

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