Friday, October 30, 2020
Diegoooooooollll!!
Saturday, October 24, 2020
"Mi hermano siempre está en la U.C.I...."
Verónica Sánchez, madre de un bebé que pasó sus primeros 3 meses en neonatos sin poder tocarlo, dedica un cuento a los hijos relegados
Candela, mamá y Rai en la uci, en una de las ilustraciones de Tatiana Melo del cuento Gusanitos y lluvia dedicado a los otros hermanos
Candela tiene muy claro su momento preferido: cuando mamá deja al bebé en esa cajita transparente donde duerme rodeado de pitidos y tubos en el hospital y vuelve a ser su madre, no solo la Madre superlativa de Rai, su hermano que está en la uci.
Es la protagonista de un cuento que habla de los otros, de los hermanos de esos bebés que se convierten por su gravedad en el centro del universo, mientras ellos esperan entre abuelos, tíos y a ratitos sus padres, agotados y muy angustiados las más de las veces.
Candela tenía dos años y medio cuando nació Rai con un tumor en el cuello tan grande como su cabeza. Le intubaron a medio nacer en una complicada intervención que le permitió aguantar unas semanas para que le quitaran ese enorme bulto. Pero pasó mucho tiempo en la uci para poder respirar y vivir sin las asistencias de la unidad de Neonatos.
“Creo que el cuento, que habla de su enfado, de sus miedos de lo que pasó, de ella, Rai y nosotros, es mi agradecimiento”, explica Verónica Sánchez, su madre y autora del cuento junto a Tatiana Melo, que se ha ocupado de las ilustraciones.
Tatiana vivió de cerca el proceso de sacar adelante a Rai mientras la ilusionada Candela tenía que digerir la ausencia del hermano y de sus padres, las horas en esa sala de cunas transparentes con niños diminutos y muchos pitidos. En el cuento ese lugar es como una nave espacial. Y los estados de ánimo de Candela los cuenta un peluche.
El libro es para ellos, para todos los relegados durante ese periodo de miedo y tensión en el que el protagonismo absoluto lo tiene la vida del hermanito enfermo. Terrores nocturnos, despertares violentos, mucho enfado son problemas que comparten la mayoría de los otros hermanos. Por eso el cuento deberá llegar a todas las ucis de neonatos, para que las familias tengan una pista de lo que está pasando con los otros. Es una operación de micromecenazgo a través de Libros.com –se llama Gusanitos y lluvia – y lo que se recaude irá a parar a Neonatos del hospital de Sant Joan de Déu. Ya han conseguido más de 7.000 euros.
La operación de Rai, su tumor, sus catéteres minúsculos para permitirle respirar a pesar del tumor fueron algo sonado en el mundo de los prematuros. La familia apareció en las páginas de La Vanguardia porque querían explicar el valor auténtico del abrazo virtual. El único que pudieron dar a Rai durante tres largos meses, los primeros de su vida, que transcurrieron sin tacto, solo expuesto a la calidez de las voces y el ánimo de los que le rodeaban.
“La vuelta a casa fue un infierno. Nos encontramos con dos hijos y con uno de ellos que no sabíamos si hablaría, si andaría. Y agotados. Sin una gota de energía. Lo das todo en el embarazo, el parto, el hospital. De pronto éramos cuatro personas desgraciadas. Estábamos fatal”, recuerda Verónica Sánchez.
“Creo que por eso nos lanzamos a marcharnos fuera. Nos salió una oportunidad de trabajar en Nueva York y la aceptamos dispuestos a redefinir la relación entre los cuatro, una piña”.
El padre de Rai y Candela, Oriol Bombi, es publicista allí. Verónica Sánchez, que daba clases de literatura en un colegio privado en Barcelona es hoy profesora de español en un instituto muy especial de Brooklyn, “con un sistema de evaluación distinto, sin notas, y alumnos muy buenos rebotados de otros institutos, que tienen una vida bien difícil, muchos de ellos sin una casa a la que volver cada noche. Estoy en un mundo diametralmente opuesto”.
Candela y Rai ya van al cole del barrio juntos. Ella con 7, él ya con 5. La protagonista del cuento es una apasionada del teatro, del taekwondo, de la música, “una empollona entusiasta de la vida”. Y quizá le ha quedado una pequeña secuela: es extremadamente protectora de su hermano, de su bienestar, de que tenga amigos.
Rai habla sin problemas (inglés, perfecto) y camina. Sin secuelas, salvo que no tiene tiroides y le falta una cuerda vocal. Y tras mucho ir digiriendo, Verónica Sánchez, escritora además de profesora, decidió hacer este cuento para hablar de todas las Candelas.
“Me costó mucho darme cuenta de que los hijos no son nuestros”, explica la autora. “Que han de ir a lugares muy oscuros y que dan miedo pero que tienen que hacerlos solos. Que no será posible acompañarlos a todos los lugares oscuros a los que tengan que ir ahora”.
Los beneficios de la venta del cuento se destinarán a la unidad de Neonatos del hospital de Sant Joan de Déu: ya van más de 7.000 euros
Nota de Ana Macpherson para el diario "La Vanguardia".
Saturday, October 17, 2020
Hace 75 años...
Thursday, October 15, 2020
Antes de la creación
Hace muchísimo tiempo, mucho antes de la creación del mundo, cuando el cielo, la tierra, los hombres, los animales y las plantas, aún no habían aparecido, existía un universo que los antiguos egipcios llamaban Nun.
El Nun era una extensión infinita de agua oscura, opaca e inerte.
No había luz que la iluminase ni viento que la agitara, porque ni el sol ni el aire habían sido creados.
Diluida en la inmensidad del agua, había una especie de barro: la materia que sería necesaria para la creación del mundo.
Así, el Nun contenía todos los elementos posterioridad que, en ese momento, estaban sumidos en un profundo sueño. El primero de los dioses, el dios creador, también dormía y su espíritu flotaba entre las aguas.
Cuando lentamente despertó, poco a poco tomó conciencia de si mismo. Comenzó a darse forma y partió a explorar el Nun.
Flotó en él durante mucho tiempo. Se dio cuenta entonces de que aquello era todo lo que había y que no se veia a nadie mas que a él y decidió poner fin, a esa soledad absoluta
Por eso, sobre las aguas del Nun emergió una tierra, una isla abombada de contorno impreciso. Esta tierra que afloraba, hecha de una mezcla de arena agua y barro, era la tierra de Egipto.
La recorría un rio magnífico: el Nilo, principio y fin de toda vida.
Al llegar a esa tierra firme, el dios sintió el violento deseo de seguir con su obra y creó.